Texto correspondiente a la ponencia presentada en las II Jornadas Nacionales de Orientación celebradas en Madrid en noviembre de 2014.
En esta segunda década del siglo XXI reflexionar
sobre el sentido de la orientación educativa en la actualidad de España, tiene
sentido. El término “sentido”, como vemos es muy polivalente. En este artículo
nos centraremos en dos de sus acepciones: “sentido como sentir” y “sentido como
cada una de las dos orientaciones opuestas de una misma dirección”.
Conversaremos
con Pepito Wertgrillo y reflexionaremos juntos acerca del sentir de la
orientación y el sentido hacia el que nos dirigimos. Pepito preguntará e
intentaremos responderle.
¿De
dónde venimos?
La
orientación educativa comenzó su andadura a comienzos del siglo XX como forma
de dar respuesta a la complejidad que se generó en el mundo del trabajo como
fruto de la industrialización. Más adelante, la conquistas de los derechos de
las personas a lo largo de todo el siglo XX, ya sea de la infancia, mujeres, trabajadores, minorías étnicas,
personas con discapacidad, etcétera, asoció la orientación educativa a la
atención a las personas con mayores dificultades. Por consiguiente, podemos
afirmar que la orientación educativa es una disciplina compleja que surge para dar
respuesta a problemas complejos de una sociedad compleja.
El
mundo del siglo XXI es aún más complejo, por eso el cúmulo de exigencias de
parte de todos los sectores hacia la orientación educativa, está en muchas
ocasiones desbordando esta disciplina, máxime en épocas de recortes económicos.
En otras palabras, vivimos un momento en que hay un aumento inversamente
proporcional entre el aumento de requerimientos a la orientación educativa y
los recursos que se le asignan.
Entonces,
¿hacia dónde vamos?
Los
designios de la administración son imprevisibles, bien es verdad que ni
siquiera la administración educativa sabe hacia dónde se dirige, cuál es su
sentido. Lo que si vemos claro es que cada gobierno quiere empezar de cero en
el sistema educativo con una visión cortoplacista, sin más perspectiva de
futuro que el tiempo restante para las siguientes elecciones.
Así
vamos mal, primero porque no sabemos hacia dónde vamos, caminamos con esa gran
mochila de exigencias pero sin sentido, sin saber hacia dónde y como decía
Séneca “no hay viento favorable para quien no sabe hacia donde se dirige”.
Y
seguimos yendo mal, porque cada nueva etapa política obliga a hacer y deshacer
como Penélope, de modo que tenemos la sensación, el sentir, de que nunca
acabaremos de tejer el sudario, aunque nosotros sí queremos verlo terminado.
A qué
pruebas te remites…
Con
este panorama líquido y de permanente interinidad es difícil prever qué será de
la orientación educativa en los próximos años en España, por ello, intentaré
sintetizar los momentos clave de la orientación educativa, es decir, definiremos
los hitos históricos en que la administración apostó claramente por la
orientación.
El primer hito coincide con el
nacimiento de la orientación. A principios del siglo XX, la variedad de
ocupaciones que requiere la industrialización, precisa de profesionales de la
orientación que ayuden a los jóvenes a tomar decisiones. Por consiguiente, se
potencia también la psicología y la psicometría.
Tras el paréntesis que la
guerra civil y dictadura, el segundo gran momento de la orientación en España
coincide con la década de los 70. La democratización y la apertura al exterior
hizo que en estos años, se reconocieran derechos que habían estado silenciados,
uno de los logros fue el reconocimiento de los derechos de las personas con
discapacidad a la inserción social, lo que hace necesaria la integración
escolar. Para ello, para contribuir a hacer posible la integración escolar de
los niños y niñas con discapacidad en los centros ordinarios, la administración
educativa impulsa la orientación educativa y crea los primeros servicios de
orientación en 1977. La generación de profesionales de la orientación encargada
de impulsar la integración fue la denominada “generación de la iniciación”
(Cobos, 2010).
El tercer gran momento de la
orientación tiene lugar al principio de la década de los noventa, con la
aprobación de la LOGSE y la extensión de la educación obligatoria hasta los
dieciséis años y la puesta en marcha de la obligatoriedad en los institutos.
Son los orientadores y orientadoras que inauguraron los departamentos de
orientación en secundaria, la que se ha denominado “generación de la
implantación” (Cobos 2010).
Luego,
¿la administración educativa utiliza la orientación?
Efectivamente,
lo cuál sería muy loable, si con ello la administración persiguiera como
objetivo la mejora de la calidad del sistema educativo. Sin embargo, no es así.
En los años setenta la administración utilizó a los orientadores para
literalmente “luchar” por la integración en las escuelas, luchar contra
personas de todos los sectores de la comunidad educativa, es decir, tanto
contra familias, equipos directivos o contra parte del profesorado que ponía
impedimentos a trabajar con niñas y niños con discapacidad en las aulas ordinarias.
La
preocupación de la administración es la cantidad más que la calidad. Superado
ya el objetivo de la integración de la discapacidad, era necesario prolongar la
escolarización obligatoria para asemejar el sistema educativo español a los del
entorno europeo y que éste abarcara la etapa 6-16 años. La búsqueda de la modernización
implicó al sistema educativo y se aprobó la LOGSE, lo que aparejaba que cada
centro que se sumaba a la nueva ley recibiera un pack de recursos. Este paquete
de recursos incluía al orientador, el profesional abanderado de la nueva ley,
preparado, al igual que la generación anterior, para “luchar” con las armas de
la psicopedagogía, contra nostálgicos recalcitrantes de la educación
postobligatoria y voluntaria, que legitimaba la segregación con el argumento
del esfuerzo.
Entonces,
¿la orientación resulta útil a la administración?
Sí
y no. Sí cuando la administración desea que se solucionen papeletas tan
complicadas como las expuestas, pero no, porque no termina de comprender las
posibilidades que la psicopedagogía y la orientación educativa tienen para
conseguir una contundente mejora de la calidad del sistema educativo.
Dime
pues, ¿cómo puede contribuir la orientación a mejorar la calidad del sistema
educativo?
Puede
contribuir con mucho, porque como sabemos, la calidad sigue siendo un reto
pendiente en el sistema educativo español, máxime con las actuales cifras de
desempleo juvenil, resultados en informes tipo PISA y abandono escolar
prematuro temprano. Los retos concretos son:
- Contribución
a la formación del profesorado en la práctica, especialmente del
profesorado novel en prácticas, para desde la psicopedagogía dotar a los
noveles de herramientas para la gestión de conflictos en el aula,
desarrollo de la inteligencia emocional y estrategias didácticas para la
optimización del proceso de enseñanza y aprendizaje.
- Generalizar
la evaluación psicopedagógica a toda la población escolar para prevenir
las dificultades y optimizar la respuesta educativa en cada caso.
- Detección
precoz de las dificultades de aprendizaje para su abordaje inmediato de
cara a prevenir el fracaso escolar desde los primeros años de escolaridad.
- Atención
educativa compensatoria en contextos familiares de desventaja
socioeducativa desde el trabajo conjunto con las familias y los servicios
sociales comunitarios.
- Trabajo
coordinado, “de bisagra” entre el sistema educativo y los servicios
sociales, salud y justicia para rentabilizar esfuerzos en todos los
asuntos relativos a los menores.
- Orientación
profesional sistemática y rigurosa para favorecer la inserción profesional
de los jóvenes de cara a disminución de las escandalosas cifras de
desempleo juvenil.
- Orientación
para toda la vida: orientando a las personas a lo largo de su vida
profesional para afrontar contingencias profesionales tales como:
formación permanente, cambios de empleo, actualización en el puesto de
trabajo, desempleo, jubilación, etcétera.
- Contribución
desde la infancia, la adultez y la ancianidad al bienestar de la población
desde la orientación educativa, trabajando el asesoramiento
individualizado y el diseño y desarrollo del proyecto de vida. Se trata de
una inversión a medio y largo plazo que beneficia a la sociedad en
cuestiones vitales como la prevención de trastornos de salud mental y
física, prevención de adicciones, sexualidad responsable, mejora de la
convivencia, potenciación de valores educativos…
Todos estos retos precisan de
una mayor inversión de la administración educativa. Si la administración
educativa quiere realmente mejorar la calidad del sistema educativo español es
imprescindible que vuelva a utilizar la orientación educativa, potenciando la
generación de profesionales que hemos denominado “generación de la
generalización” (Cobos, 2010) con el objetivo de llevar la orientación
educativa a toda la población. Para ello, la administración tendría que avanzar
en las siguientes líneas:
·
Aumento
de recursos humanos para la orientación educativa, especialmente que la ratio
de alumnado por profesional de la orientación se ajuste a lo que aconseja la
UNESCO, un orientador u orientadora por cada 250 alumnos y alumnas.
·
Definir
un sistema educativo estable y con él, un modelo de orientación educativa con
unos pilares básicos comunes para todo el Estado Español, que evite que existan
tantos modelos educativos como comunidades autónomas.
·
Optimizar
los profesionales de la orientación educativa como un valioso recurso para el
asesoramiento especializado a toda la comunidad educativa.
·
Escuchar
y tener en cuenta las aportaciones de los profesionales de la orientación
educativa en el diseño y desarrollo de iniciativas de mejora del sistema
educativo.
Mejorar la calidad del sistema
educativo pasa por un trabajo profesional y de equipo coordinado consistente en
que ningún alumno ni alumna se quede atrás sea cuál sea su dificultad. Las
dificultades a veces son crónicas y otras coyunturales, a veces tienen su
origen en la discapacidad, en el origen social o en pautas educativas
inadecuadas en casa o incluso en el centro educativo, pero siempre pueden
abordarse, como dice Miguel Ángel Santos, “no
hay alumno que se resista a diez profesores que se ponen de acuerdo”.
Otro reto urgente al que tiene
que hacer frente al sistema educativo es la cualificación profesional de la
población. Ya sea con la formación profesional inicial reglada o con la formación
para el empleo, es necesario conseguir que toda la población española pueda
acreditar una cualificación profesional para que España gane en productividad y
en competitividad en el exterior.
Y
¿Cómo nos hacemos oír?
Los
profesionales de la orientación necesitamos hacernos oír y tenemos conciencia
de ello, por eso estamos unidos y coordinados en asociaciones profesionales
repartidas por toda España. La COPOE, Confederación de Organizaciones de
Psicopedagogía y Orientación de España reúne a 22 organizaciones que
representan a asociaciones de profesionales de la orientación de 14 comunidades
autónomas.
Cuando
los profesionales de la orientación estamos unidos y coordinamos obtenemos los
siguientes beneficios:
- Ganamos
en visibilidad tanto social, como en los medios de comunicación, ante la
administración, entidades privadas y otras organizaciones profesionales.
- Nos
constituimos como un interlocutor válido para negociar con la
administración. En estos momentos es más necesario que nunca, pues se está
recortando en orientación, si acaso más que de otros ámbitos educativos,
porque hay quienes siguen pensando que la orientación es algo accesorio y
prescindible en el sistema educativo. Por ejemplo, se están suprimiendo
plazas de profesionales de la orientación tanto en la educación pública
como en la concertada, se cubre gran parte del horario del orientador con
docencia, no se convocan plazas en las oposiciones de la especialidad de
orientación educativa…
- Hacemos
posible la creación de una red profesional, activa y colaboradora que
propicia vínculos personales y profesionales, que ayudan a mantener la
ilusión y el entusiasmo por la profesión.
- Como
organización, podemos firmar convenios de colaboración con entidades como
fundaciones, editoriales, asociaciones, universidades…, con quienes compartimos objetivos para
poner en marcha proyectos comunes de los que se beneficie la orientación
educativa y sus profesionales.
- Generamos
espacios de coordinación e intercambio ya sea para las buenas prácticas,
como para las inquietudes profesionales. En nuestra especialidad es común
el estrés, la sensación de sobrecarga de trabajo, la frustración por no
poder llegar a todo, por no saber de todo…
- Propiciamos
el trabajo en equipo para el desarrollo de proyectos en una dinámica
profesional que emana del asociacionismo. Evitamos de ese modo esa
“soledad” que en algunos momentos hemos sentido los profesionales de la
orientación.
- Diseñamos
y organizamos actividades formativas que responden a las necesidades
cotidianas que tenemos los profesionales en la práctica, sin tener que
seguir directrices externas.
- Publicamos
materiales que nos resultan prácticos y recogen el sentir de nuestro
colectivo profesional. Una contribución más a la consolidación de nuestra
identidad profesional.
- Creamos
un contexto profesional, libre e independiente de administración alguna,
al margen de partidismos, sin más nexo común que el convencimiento de que
la orientación educativa puede hacer posible la mejora de la calidad del
sistema educativo.
Como ves, Pepito, existe un
sentir compartido sobre qué es y para qué ha servido y sirve la orientación
educativa. También conocemos cuál es el sentido hacia el que debemos caminar. Estamos
trabajando juntos, organizados en nuestras asociaciones y en la COPOE para
hacernos oír, porque somos orientadores y sabemos en qué sentido debe continuar
nuestro camino.
Bibliografía
y documentación
COBOS
CEDILLO, Ana (2010): La construcción del
perfil profesional de orientador y de orientadora. Estudio cualitativo basado
en la opinión de sus protagonistas en Málaga. Servicio de Publicaciones de
la Universidad de Málaga.
Este texto se presentó en las II Jornadas Nacionales de Orientación celebradas en Madrid en noviembre de 2014 y fueron organizadas por la Asociación Orientación y Educación Madrid.
Este texto se presentó en las II Jornadas Nacionales de Orientación celebradas en Madrid en noviembre de 2014 y fueron organizadas por la Asociación Orientación y Educación Madrid.
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