viernes, 5 de mayo de 2017

El acceso a la Universidad en 2017: improvisación y el colmo del despropósito


En septiembre de 2015 publiqué en el Periódico “Escuela” un artículo titulado “La incertidumbre no es educativa” donde reflexionaba sobre los aspectos negativos que genera en la comunidad educativa la aprobación de la LOMCE, sin que la concreción de normativa de menor rango se hiciera pública.
Más adelante, en abril de 2016, en el mismo periódico publiqué otro “Desprecio a la ciudadanía”, donde daba un paso adelante en mi perplejidad sobre la situación educativa, pues pensaba que era improbable que después de tanto tiempo la situación de incertidumbre se prolongara aún más pues aunque el Gobierno del Estado estaba en funciones, se supone que existen técnicos y asesores capaces de poner en marcha la normativa y dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía (al menos, en nómina están).
Me quejaba en este artículo del desprecio que nuestros gobernantes tienen por la ciudadanía y pensaba que habríamos llegado al fin, sin embargo, un año después, en abril de 2017 se mantiene la incertidumbre e incluso se sigue publicando normativa. Insisto y repito: en abril de 2017 se publica normativa sobre el desarrollo de las pruebas de acceso a la Universidad que tendrán lugar en junio de 2017. Parece una broma pero todos sabemos que es fruto de la improvisación, la incompetencia y del desprecio a la ciudadanía, en consecuencia, es el colmo del despropósito.
Comencemos por el principio. La LOMCE de 2013 recogía la obligatoriedad de realizar pruebas externas para la obtención del título de Bachillerato, lo que daba acceso a la Universidad, si bien dejaba abierta la posibilidad de que algunas universidades organizaran pruebas específicas. Estas pruebas externas fueron bautizadas por la ciudadanía y los medios de comunicación como “Reválidas” pues seguían principios educativos de otras épocas, del pasado. Generaron un importante malestar y un gran consenso por parte de la ciudadanía para pedir que se derogaran de modo que nuestra Administración Educativa tuvo que “recular” y eliminar las reválidas en diciembre de 2016, manteniendo una selectividad similar a la de siempre solo para el alumnado que desee acceder a la Universidad, no siendo necesaria ésta para la obtención del título de Bachillerato. Es de justicia reconocer el acierto de este nuevo posicionamiento del Ministerio al escuchar a la ciudadanía y agradecer dicho gesto.
Así, entre los exámenes de la primera evaluación y los turrones, el alumnado de segundo de Bachillerato celebró la decisión del Ministerio, si bien su incertidumbre aumentaba, al no conocer cómo sería entonces la prueba de acceso a la Universidad. Sin embargo, antes de que acabara el bisiesto 2016, a toda prisa, el Ministerio publicó la Orden ECD/1941/2016 por la que se determinan las características, el diseño y el contenido de la evaluación de Bachillerato para el acceso a la Universidad, las fechas máximas de realización y de resolución de los procedimientos de revisión de las cualificaciones obtenidas para el curso 2016-17.
            Como vemos, se trata nuevamente de una normativa válida para el presente curso 16-17 que vuelve a dejar en situación de incertidumbre a quienes quieran acceder a la Universidad en el año 2018, alumnado que ahora cursa 1º de Bachillerato y que tiene derecho a saber cómo va a ser su procedimiento de acceso a la Universidad, pues se trata del motivo fundamental por el que han iniciado los estudios de Bachillerato. Pero ahora nadie se acuerda de ellos…
            Hasta el momento, observamos cómo todo el proceso se ha caracterizado por la improvisación, prisas, cambios de última hora, virajes en función de la presión de los medios, sin más calificativos. Sin embargo, la vorágine no había comenzado aún, pues 2017 vino cargado de continuos cambios y con la improvisación, el colmo del despropósito y desprecio a la comunidad educativa por bandera.
            En principio, podía parecer que se volvía a la selectividad inicial sin más y que ésta era parecida, pero no es así, las posibilidades de elección del alumnado se recortan mucho y con respecto a la anterior prueba de acceso a la universidad realizada en 2016, las novedades son las siguientes:
·         Es necesario examinarse obligatoriamente de la 1ª Lengua Extranjera de la que el alumno/a se matriculó en 2º de Bachillerato. Un claro perjuicio para alumnado bilingüe o con doble nacionalidad, que hasta 2016 contaba con el derecho a elegir la lengua de la que examinarse. La desproporción en la elección de idiomas en nuestros centros educativos es evidente y claramente a favor de la lengua inglesa. Esta norma además, contradice el empeño del sistema educativo español en hacerse plurilingüe después del esfuerzo realizado en el último año por incrementar la enseñanza del francés en la etapa de Educación Primaria. Parece que se redacta la normativa por fascículos y quienes escriben de Bachillerato no se leen la normativa sobre ESO y los de ESO sobre Primaria… ¿es o no es el colmo del despropósito?
·         Es obligatorio examinarse de Historia de España, en detrimento de la posibilidad de elegir entre Historia de España o Historia de la Filosofía como llevaba haciéndose desde hace décadas. El perjuicio es claro para la Filosofía que pasa a ser una materia de la que el alumnado puede examinarse en la fase específica, únicamente para subir nota y solo válida para los estudios afines a su rama de conocimiento. En ese caso, la falta de respeto a la ciudadanía viene porque hay miles de alumnas y alumnos y profesorado especialista en Filosofía que han estado preparando la materia desde el pasado curso pensando en que ésta podría suponerles un beneficio en su calificación y sin embargo, en enero de 2017 se enteran de que su esfuerzo ha sido en balde, ¿es o no es un desprecio al trabajo, al esfuerzo y a la personas que hacen sus planes?
·         En la fase general (empleo la terminología 2016 porque es más clara) el alumnado también pierde posibilidades de elegir, pues la materia de modalidad viene dada por el Ministerio, con lo que el alumnado pierde la posibilidad de optimizar sus conocimientos orientando la prueba hacia los estudios que pretende cursar. Por ejemplo, un estudiante interesado en cursar una carrera de salud deberá examinarse obligatoriamente de Matemáticas II, perdiendo la posibilidad de examinarse de Biología, cuando es la materia en que se encuentra mejor preparado y más vinculada está con su itinerario formativo y profesional. ¿Es o no un sinsentido que el alumnado deba examinarse de la misma materia sin tener en cuenta la orientación de su carrera profesional?, ¿se trata o no de un nuevo perjuicio para el alumnado?
·         Hay materias que simplemente no se recogen en la prueba y de las que el alumnado no podrá examinarse. Las materias a las que nos referimos son: Psicología, Tecnología Industrial o Literatura Universal. De esta noticia, jarro de agua fría en pleno invierno, se entera el alumnado en enero de 2017 a modo de regalo de Reyes Magos cuando regresa de las vacaciones de Navidad. ¿Es justo preparar una materia para un examen específico para subir nota y que a cinco meses vista, se comunique que no habrá examen de esa materia?, estimados representantes políticos: “Eso se avisa en julio y uno no se matricula de esa materia”, porque esa materia se iba a emplear para subir nota. Señores y señoras responsables de la administración pública: “Eso no se hace”.

            Todas ellas, limitan las elecciones del alumnado y no respetan la legítima estrategia que cada alumna y alumno tiene de organizar sus exámenes de cara a obtener el mejor de los resultados, cuando al fin y al cabo, se trata de eso, de obtener la máxima nota posible para poder elegir, competir con los demás y obtener plaza en los estudios preferidos.
            Este modelo de selectividad se presenta como muy restrictivo pues limita que el alumno/a pueda diseñarse un examen personalizado como venía ocurriendo desde hace décadas con la intención de que cada estudiante orientara su acceso a la Universidad desde el bachillerato y culminara sus decisiones en la prueba final. En consecuencia, de nuevo se generan quejas por parte de los colectivos implicados. La solución no parece convencer a nadie y en algunas comunidades autónomas se arbitran nuevos “parches”, decisiones contrarreloj tomadas a finales de febrero de 2017, como en el caso de Andalucía, donde se decide que el alumnado tenga la posibilidad de examinarse de 6 materias más que las que prevé el Ministerio, recuperando así: Análisis Musical II, Historia de la Música, Tecnología Industrial II, Técnicas de Expresión Gráfico-Plástica, Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente y Dibujo Artístico;  pero como dice el prospecto: “solo para uso en Andalucía”.
De nuevo, la administración educativa improvisa y da un viraje a golpe de presiones de colectivos. No obstante, rectificar es de sabios y bendita sea la decisión andaluza, que ha hecho justicia al trabajo y expectativas de miles de estudiantes. Pero, como decían los antiguos dibujos animados. “no se vayan todavía, que aún hay más”. A finales de abril de 2017, la Junta de Andalucía nos tiene preparada una nueva improvisación: ahora será posible elegir el idioma para el examen de la 1ª Lengua Extranjera de entre las siguientes: portugués, francés, alemán, italiano e inglés. Nuevamente las presiones de colectivos han conseguido sus objetivos, para claro beneficio del alumnado, por lo que nos alegramos, aunque nadie se acuerda del alumnado que desechó desde enero la intención de examinarse de francés y que ahora la retoma, nadie tampoco le podrá resarcir de los momentos de desánimo e incertidumbre y de los meses de estudio perdidos…
            Desconozco si en otras comunidades se está dando esta situación consistente en que la comunidad autónoma tenga que “paliar” los daños causados por el Ministerio, pero algo mucho más contundente que un susurro me dice que esto no está bien. Que determinados estudiantes de una comunidad autónoma tengan un tipo de examen de acceso a la Universidad, tan diferente de otros de su mismo Estado no es justo, porque la única diferencia está en que su Comunidad Autónoma siga en mayor o menor medida las indicaciones del Ministerio.
            Tantas veces hemos solicitado que la normativa sea estable en nuestro país que resulta cansado y cansino volver a pronunciarse en el mismo sentido. Estamos hastiados de tanta improvisación, de tanta falta de respeto a la ciudadanía, a unos chavales que se matriculan de Bachillerato para ir a la Universidad y cumplir sus sueños y que tienen que iniciar la etapa a ciegas, sin saber qué materias les resultarán más ventajosas ni cómo será ese examen tan decisivo como es el de acceso a la Universidad, la clásica selectividad que cambia de nombre y acrónimo con cada nueva normativa…

            El pasado 1 de mayo de 2017, en la conmemoración de la celebración del día de los trabajadores, los sindicatos dijeron que en España, “la corrupción es insoportable”, del mismo modo, podemos decir que “la incertidumbre es insoportable, la improvisación es insoportable, la falta de respeto a la ciudadanía es insoportable”. Es lo mismo: personas que acceden a puestos de gobierno en la administración pública que no saben, o no quieren, o las dos cosas. Personas no comprometidas, a las que la ciudadanía no les importa y así no, no, así no, porque estamos muy cansados, señoras y señores representantes políticos. Esto es el colmo del despropósito.

Este artículo fue publicado en Entre estudiantes en junio de 2017.


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