martes, 5 de marzo de 2013

¿Sin cuarto, sin ciudadanía y con prácticas a la alemana se bajará del 30%?

El índice de “abandono escolar temprano” es un término consensuado en la Unión Europea para referirse al porcentaje de población entre 18 y 24 años que no continúa estudios en las etapas postobligatorias, con independencia de si se ha obtenido o no el graduado escolar. Este índice es distinto de “fracaso escolar”, que es la proporción de alumnado que no consigue el graduado. En ambos casos, España se sitúa en torno al 30%.
Otro término interesante es la “tasa de idoneidad”, es decir, el porcentaje de alumnado que está escolarizado en el curso que corresponde a su grupo de edad cronológica, esta tasa también ronda el 30%. Coincide con la cifra de alumnado que se estima que acaba la educación primaria sin alcanzar las competencias básicas que indican los objetivos de esta etapa.
El 30% es una cifra que, lamentablemente, nos acompaña desde hace años y resulta insostenible. Hay que hacer algo, posiblemente un acuerdo de Estado por la educación, basado en la investigación y en sus resultados, en criterios técnicos y en la experiencia de otros países de nuestro entorno. Es necesario y urgente un pacto de Estado por la educación que genere normativa estable, independiente del color del partido político gobernante y que consecuentemente, lleve al sosiego que tanto precisa nuestro sistema educativo. Gabilondo será recordado como el ministro que no logró dicho pacto, aunque fuera quien más empeño le puso en toda la historia.
El nuevo ministro de educación no se ha pronunciado sobre pacto alguno e incluso ha descartado la aprobación de una nueva Ley, lo cual le agradecemos mucho los profesionales, alumnado y familias (más leyes no, por favor, exclaman algunos, resoplamos todos). Sin embargo, ha planteado una serie de medidas, básicamente tres. En primer lugar: el cambio de la materia de “Educación para la ciudadanía” por “Educación cívica y constitucional”; en segundo: la eliminación del cuarto curso de Educación Secundaria Obligatoria; y por último una nueva propuesta de Formación Profesional más práctica basada en el modelo educativo alemán. El tiempo dirá y puede que por estas decisiones sea recordado este ministro.
A pesar de que los medios de comunicación se han recreado más en la primera medida, rescatando un debate que ya estaba zanjado. En los centros, esta medida apenas ha sido comentada. En la práctica, será el mismo profesorado quien la imparta, con la misma carga horaria, metodología, ejemplos, actividades…. y se tratarán los temas que el ministro llama “polémicos”, del mismo modo que siempre se ha hecho en todas las materias o ¿es que alguna vez algo en educación fue aséptico?, ¿las materias, los libros, el profesorado queda al margen de los valores? Lo que si cambiarán son los libros de texto. Nuevas ediciones que pueden ayudar a las editoriales en tiempos de crisis, seguro que lo agradecen. La comunidad educativa seguirá igual y la medida no redundará en que mejore el 30%.
La eliminación de cuarto de educación secundaria en favor de adelantar el comienzo de la escolarización en las enseñanzas postobligatorias puede resultar una buena medida para reducir el abandono escolar temprano, pues se obliga al alumnado a decidir qué tipo de estudios postobligatorios quiere cursar. Paradójicamente deben elegir los estudios postobligatorios dentro de la enseñanza obligatoria, pero eso no es problema para el alumnado que está en su “nivel de idoneidad”  porque coherentemente, obtiene buenos resultados y en sus expectativas estaba seguir estudiando, antes cuarto, ahora primero.
Las dificultades nuevamente son para ese 30% que no está en su “nivel de idoneidad”. La experiencia nos demuestra que ese alumnado no llega a cursar tercero porque cumple dieciséis años en segundo. Este alumnado es el que engrosa el 30% que no alcanza objetivos en primaria, que pierde el nivel de idoneidad, que fracasa y que abandona el sistema educativo sin graduado y sin cualificación profesional. Este alumnado no se beneficia de la eliminación de cuarto. Tampoco esta medida redundará en que mejore el 30%.
La mejora de esta cifra solo es posible mediante una decidida apuesta por la atención a la diversidad. En principio, el profesorado debe estar mucho más formado en Psicopedagogía para atender a esta diversidad, especialmente quienes se dedican a las etapas obligatorias. En cuanto a las medidas, es necesario atender al alumnado de forma personalizada, organizando la respuesta educativa más ajustada a cada caso para favorecer que se desarrolle al máximo el potencial de cada persona. Estas medidas no pasan por el aumento de horario dedicado a materias instrumentales y dar más lengua y matemáticas a quienes más dificultades tienen para su aprendizaje.
Para atender a la diversidad, mejorar los rendimientos y superar los porcentajes adversos, es preciso y urgente el aumento de recursos de atención a la diversidad, por ejemplo: maestros para el apoyo y refuerzo educativo, especialistas en Pedagogía terapéutica, educadores y trabajadores sociales, especialistas en adaptación lingüística y por supuesto orientadores para evaluar las situaciones y gestionar los recursos.

La tercera medida relativa a adoptar el modelo alemán para la Formación Profesional puede ser un éxito. Llevamos años reclamando que la formación profesional sea más práctica. Pero el problema sigue en el mismo sitio, en las etapas previas a la formación profesional. Tenemos que conseguir que ese 30% de alumnado que abandona el sistema, se quede en la Formación Profesional y ayudará que ésta sea más atractiva al ser más práctica. Por ello, insistimos en que es necesario, en tiempos de crisis más que nunca, “invertir” en atención a la diversidad, para que se queden en el sistema educativo y a medio plazo, se integren en la sociedad.
Este artículo fue publicado en la revista Escuela en marzo de 2013.

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