El
índice de “abandono escolar temprano” es un término consensuado en la Unión Europea
para referirse al porcentaje de población entre 18 y 24 años que no continúa
estudios en las etapas postobligatorias, con independencia de si se ha obtenido
o no el graduado escolar. Este índice es distinto de “fracaso escolar”, que es la
proporción de alumnado que no consigue el graduado. En ambos casos, España se
sitúa en torno al 30%.
Otro
término interesante es la “tasa de idoneidad”, es decir, el porcentaje de
alumnado que está escolarizado en el curso que corresponde a su grupo de edad
cronológica, esta tasa también ronda el 30%. Coincide con la cifra de alumnado
que se estima que acaba la educación primaria sin alcanzar las competencias
básicas que indican los objetivos de esta etapa.
El
30% es una cifra que, lamentablemente, nos acompaña desde hace años y resulta
insostenible. Hay que hacer algo, posiblemente un acuerdo de Estado por la
educación, basado en la investigación y en sus resultados, en criterios
técnicos y en la experiencia de otros países de nuestro entorno. Es necesario y
urgente un pacto de Estado por la educación que genere normativa estable,
independiente del color del partido político gobernante y que consecuentemente,
lleve al sosiego que tanto precisa nuestro sistema educativo. Gabilondo será
recordado como el ministro que no logró dicho pacto, aunque fuera quien más
empeño le puso en toda la historia.
El
nuevo ministro de educación no se ha pronunciado sobre pacto alguno e incluso
ha descartado la aprobación de una nueva Ley, lo cual le agradecemos mucho los
profesionales, alumnado y familias (más leyes no, por favor, exclaman algunos,
resoplamos todos). Sin embargo, ha planteado una serie de medidas, básicamente
tres. En primer lugar: el cambio de la materia de “Educación para la
ciudadanía” por “Educación cívica y constitucional”; en segundo: la eliminación
del cuarto curso de Educación Secundaria Obligatoria; y por último una nueva
propuesta de Formación Profesional más práctica basada en el modelo educativo
alemán. El tiempo dirá y puede que por estas decisiones sea recordado este
ministro.
A
pesar de que los medios de comunicación se han recreado más en la primera
medida, rescatando un debate que ya estaba zanjado. En los centros, esta medida
apenas ha sido comentada. En la práctica, será el mismo profesorado quien la
imparta, con la misma carga horaria, metodología, ejemplos, actividades…. y se
tratarán los temas que el ministro llama “polémicos”, del mismo modo que
siempre se ha hecho en todas las materias o ¿es que alguna vez algo en
educación fue aséptico?, ¿las materias, los libros, el profesorado queda al
margen de los valores? Lo que si cambiarán son los libros de texto. Nuevas
ediciones que pueden ayudar a las editoriales en tiempos de crisis, seguro que
lo agradecen. La comunidad educativa seguirá igual y la medida no redundará en
que mejore el 30%.
La
eliminación de cuarto de educación secundaria en favor de adelantar el comienzo
de la escolarización en las enseñanzas postobligatorias puede resultar una
buena medida para reducir el abandono escolar temprano, pues se obliga al
alumnado a decidir qué tipo de estudios postobligatorios quiere cursar.
Paradójicamente deben elegir los estudios postobligatorios dentro de la
enseñanza obligatoria, pero eso no es problema para el alumnado que está en su
“nivel de idoneidad” porque
coherentemente, obtiene buenos resultados y en sus expectativas estaba seguir
estudiando, antes cuarto, ahora primero.
Las
dificultades nuevamente son para ese 30% que no está en su “nivel de idoneidad”.
La experiencia nos demuestra que ese alumnado no llega a cursar tercero porque
cumple dieciséis años en segundo. Este alumnado es el que engrosa el 30% que no
alcanza objetivos en primaria, que pierde el nivel de idoneidad, que fracasa y
que abandona el sistema educativo sin graduado y sin cualificación profesional.
Este alumnado no se beneficia de la eliminación de cuarto. Tampoco esta medida
redundará en que mejore el 30%.
La
mejora de esta cifra solo es posible mediante una decidida apuesta por la atención
a la diversidad. En principio, el profesorado debe estar mucho más formado en
Psicopedagogía para atender a esta diversidad, especialmente quienes se dedican
a las etapas obligatorias. En cuanto a las medidas, es necesario atender al
alumnado de forma personalizada, organizando la respuesta educativa más
ajustada a cada caso para favorecer que se desarrolle al máximo el potencial de
cada persona. Estas medidas no pasan por el aumento de horario dedicado a
materias instrumentales y dar más lengua y matemáticas a quienes más
dificultades tienen para su aprendizaje.
Para
atender a la diversidad, mejorar los rendimientos y superar los porcentajes
adversos, es preciso y urgente el aumento de recursos de atención a la
diversidad, por ejemplo: maestros para el apoyo y refuerzo educativo,
especialistas en Pedagogía terapéutica, educadores y trabajadores sociales,
especialistas en adaptación lingüística y por supuesto orientadores para
evaluar las situaciones y gestionar los recursos.
La
tercera medida relativa a adoptar el modelo alemán para la Formación Profesional
puede ser un éxito. Llevamos años reclamando que la formación profesional sea
más práctica. Pero el problema sigue en el mismo sitio, en las etapas previas a
la formación profesional. Tenemos que conseguir que ese 30% de alumnado que
abandona el sistema, se quede en la Formación Profesional y ayudará que ésta
sea más atractiva al ser más práctica. Por ello, insistimos en que es
necesario, en tiempos de crisis más que nunca, “invertir” en atención a la
diversidad, para que se queden en el sistema educativo y a medio plazo, se
integren en la sociedad.
Este artículo fue publicado en la revista Escuela en marzo de 2013.
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