viernes, 4 de agosto de 2017

Ana es nombre de abuela, las abuelas educan

Cuenta la historia que Ana era la esposa de Joaquín, ambos abuelos de Jesús de Nazaret, hijo de María. Por ello, en el santoral, Ana y Joaquín son los patrones de los abuelos.
En los tres últimos cursos he tenido la oportunidad de conocer a dos abuelas de un alumno y una alumna de mi centro, ambas llamadas Ana. No sé si ellas también podrían ser santas, lo que sé es que en muchas ocasiones han despertado una ternura, por lo que he querido hacerles este pequeño homenaje.

Ellas son el referente familiar de estos alumnos en el centro. Estas abuelas son madres de personas desempleadas desde hace años, que perciben ingresos mínimos. Con su pensión mantienen económicamente a todo el núcleo familiar desde hace años, de hecho, nunca dejaron de contribuir con sus ingresos a la economía familiar y saben que lo seguirán haciendo mientras vivan y quizás incluso después, pues dejarán una vivienda pagada de la que se seguirán beneficiando sus descendientes, son abuelas-sustento.
Estas abuelas son madres de hijos con adicciones y enfermedades crónicas que apenas pueden responsabilizarse de sus hijos, son abuelas que ponen los pocos límites educativos que el cansancio de la vejez les permite, por eso son abuelas que educan, son abuelas-educadoras.
Conviven con adolescentes, que dejan tras la ducha el baño con un reguero de ropa sucia por el suelo, que desaparecen de la cocina si ven un plato sucio, que no quieren hacer la más mínima tarea doméstica y que cuando se les pide ayuda, emplean malos modales, de emperador tirano y malcriado. Son abuelas-púgiles.
Contra toda lógica, estas abuelas son amorosas y cuidan de sus nietos. Acuden al centro escolar para coordinarse con la tutora, recogen los deberes del centro cuando el nieto está enfermo, les llevan el bocadillo al centro en el recreo, porque son abuelas-cuidadoras.
Además, estas abuelas cocinan para toda la familia, hacen borrachuelos por Navidad y tienen prisa a las 14.00 horas porque tienen que terminar el puchero, son abuelas-cocineras.
Son abuelas, pero ejercen de madres sin edad ni energía para serlo, anacrónicas, descontextualizadas, con la fecha de caducidad de la maternidad superada hace tiempo, pero obligadas por las circunstancias a ejercer de madres, con la fuerza que el amor les proporciona.
Es duro y muy triste verlas llorar cuando te confiesan su impotencia. No saben qué hacer más por ese adolescente al que han dado y siguen dando todo y que no les devuelve nada más que disgustos. Aún así siguen dándoles su amor y cuidado, porque saben que están sembrando, aunque también están seguras de que no vivirán para ver los resultados.

Con este artículo quiero hacer un homenaje a estas abuelas, tocayas mías, mujeres por las que siento un profundo respeto y afecto, abuelas y madres a las que admiro, porque ellas cada día, desde su anonimato y con su silenciosa entrega contribuyen a hacer un mundo mejor.
Este artículo es un homenaje a las abuelas, fue publicado en Escuela el 19 de enero de 2017.

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