jueves, 12 de abril de 2012

¿Para cuando “replantear” la selección del profesorado?

Como todos sabemos, estamos en tiempos convulsos, de crisis, cambios, reformas… Vivimos con la permanente sensación de que todo es transitorio y de que en cualquier momento puede cambiar.
Ni siquiera es descabellado decir que, hoy por hoy, nadie se atrevería a asegurar a la madre de un niño de tres años que ahora se escolariza, cómo va a ser el final de su escolaridad obligatoria, ni siquiera eso, casi aterrador.
Como todos también sabemos, algunos de estos cambios obedecen a “ocurrencias” o “despertares matutinos bienintencionados” de algunos gestores de la administración educativa. En otras ocasiones, las propuestas nacen como respuesta a los resultados de análisis o de informes de investigación. La búsqueda por encontrar soluciones es incesante, a veces agónica y nadie parece encontrar la receta.
En este artículo se propone que también se ponga el punto de mira en un aspecto poco tratado: la selección del profesorado. En la mayoría de los informes que pretenden ofrecer un diagnóstico sobre el sistema educativo, uno de los aspectos que suele repetirse es la necesidad de mejorar la formación del profesorado. Difícilmente encontramos esta conclusión en las evaluaciones que se hacen de otras de las grandes instituciones como el sistema sanitario o las infraestructuras administrativas o técnicas. Por otro lado, resultaría bastante alarmante que se hiciera público que los sanitarios del sistema público de salud necesitaran de mayor formación o que fuera preciso mejorar la formación de los arquitectos o arquitectas responsables de tanto edificio que se construyó en las últimas décadas (por cierto, jaleados con la cantinela del “España va bien” muchos de ellos todavía sin terminar, sin habitar o sin pagar…, dichosa crisis).
            La formación del profesorado es un tema recurrente al que culpabilizar de que el sistema educativo no funcione como desearíamos y, desde luego que es mejorable. Sin embargo, con escasa frecuencia se responsabiliza a la selección del profesorado de estos mismos males.
            Atendiendo a cómo se realiza la selección del personal docente que va trabajar en el sistema educativo, cierto es, que en las actuales condiciones, si llegara el éxito sería casi por casualidad. De hecho, en numerosas ocasiones nos encontramos con profesionales de calidad extraordinaria y sin embargo, ellos y ellas han sido seleccionados por el mismo procedimiento que los malos profesionales, digámoslo sin eufemismos, los malos existen, es cierto.
            La selección de personal es un proceso complejo que forma parte de toda una disciplina académica denominada “Ciencias del trabajo”. Este ámbito de conocimiento se corresponde con un grado universitario y con varios perfiles profesionales. Sin embargo, la administración educativa parece que no la conoce.
            La administración educativa fundamenta la selección de su personal docente en la superación de un examen teórico que prima la memorización, la capacidad de redacción y de exposición oral. Asimismo, podemos decir que premia también a quien mejor copia o “refríe”, ya que alguna de las pruebas consiste en la presentación de un proyecto y/o unidad didáctica, las que se encuentran por centenares en web similares al “rincón del vago”.
            Los opositores y opositoras preparan los temas durante meses o años, en frecuentes casos por la motivación de conseguir un trabajo estable y una vez conseguido el objetivo “a vivir”, tal y como he escuchado en decenas de ocasiones.
            La administración no se plantea incluir otro tipo de cribas como las entrevistas, donde conocer la motivación y expectativas del opositor u opositora, algo de lo que una gran empresa jamás prescindiría. Tampoco recurre al empleo de pruebas psicotécnicas, lo que sería absolutamente necesario sabiendo que el material que se pone en juego en la interacción educativa es el humano, son las personas y principalmente los aspectos cognitivos y sobre todo, emocionales (con estos mimbres hay que hacer el cesto).
        Parece que la administración tampoco se plantea la rentabilidad del curso de prácticas, lo que para todos no es más que “un paseo”, así se llama normalmente. No se valora y se desperdicia la oportunidad de que el aprendizaje de la práctica educativa sea de manos de quienes mejor pueden formarlos.
            Por eso te pido, apreciado gestor de la educación, que algún día se replantee la selección del personal que trabaja en esta empresa, especialmente del profesorado. Te pido que contrates a los mejores, los que además de saberse los temas del examen, saben (o están dispuestos a aprender) cómo tratar al alumnado y a sus familias, los que disfrutan con la educación porque creen que es el mejor medio para que la humanidad avance y se haga más humana; los que saben escuchar, trabajar en equipo y por tanto, valorar a los demás, luego, construir comunidad.
             Esos y esas profesionales con los que sabemos que se puede contar siempre, para ir de excursión, para ayudar a evolucionar a quien más le cuesta, los que tienen conciencia de que ocupan un puesto que les trasciende más allá de su persona, porque son administración educativa ante la sociedad y unas de las personas más influyentes y decisivas en la vida de nuestros niños, niñas y jóvenes. Necesitamos profesionales comprometidos con su mundo, con la cultura, con la vida y el futuro, y con el actual sistema de selección no los encontramos, por favor, por el bien de todos, reformen también esto.

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